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historias

MUJERES JIRAFA
Chiang Rai (Tailandia), 7 de enero de 2013.
Volvía a Chiang Mai tras una corta visita a la vecina Chiang Rai en la que, además de comprar antibiótico, paracetamol y un termómetro digital que no funcionaba, pude disfrutar de la inigualable belleza del Wat Rong Khun, un templo budista-hinduista de estilo modernista cuyo blanco gélido lo dotaba de un encanto sólo imaginable dentro del mundo de los cuentos, de los sueños o de la magia.


En el camino de vuelta nos detuvimos en un pueblo habitado por la tribu Karen. Yo ansiaba conocer de cerca alguna de las tribus de montaña de Tailandia y las mujeres jirafa estaban entre las que más suscitaban mi interés, así que todo era perfecto.
Bajamos de la furgoneta y nos dirigimos a una amplia plaza cuadrada. Lejos de lo que mi cabeza había podido imaginar, el poblado era una explotación turística en la que unas señoras con un montón de anillos alrededor del cuello vendían todo tipo de artículos de artesanía. Sus casas se podían intuir detrás de los tenderetes y los maridos bebían y reían en una mesa al margen de la plaza. Luego había un par de niños comiendo con sus madres y ya está. Menuda decepción. Mira que yo me entretengo observando cualquier cosa pero tristemente no había nada que observar. ¿Cómo puede ser que en un poblado donde vive una tribu con unas costumbres tan particulares, una gente tan distinta a nosotros, no haya absolutamente nada que observar?


Las mujeres jirafa (Padaung) pertenecen al subgrupo Kayen Lahwi de la tribu Karenni, de origen tibetano-birmano. Lo que llevan en el cuello no son muchos anillos sino una especie de espiral que forma un solo bloque. Se empieza a colocar en las niñas a la edad de 5 años y no se quita prácticamente nunca porque es un trabajo laborioso. Diría que lo tienen que ir enrollando alrededor del cuello poco a poco ya que no tiene ningún cierre. La única ocasión en que se quita es para cambiarlo por uno más largo a medida que van pasando los años. El crecimiento del cuello no es real. Se trata de un efecto óptico debido a una deformación de la clavícula y de la parte superior de la caja torácica que causa el descenso de los hombros y entonces parece que el cuello sea más largo.


El día exacto en que se les coloca el collar a la edad de 5 años lo determina un chamán en base a los horóscopos. Entonces se le da a la niña un masaje en el cuello durante varias horas y luego se les colocan unas almohadillas y el anillo alrededor. Las almohadillas se retiran después de unos días.


El origen de esta tradición no está claro. Unos piensan que podría ser para que las mujeres perdieran su atractivo y así no tuvieran oportunidad de engañar a sus maridos. Otros piensan que es por estética, porque el cuello largo y fino estiliza a las mujeres. Y, para otros, el cuello largo representa el dragón, símbolo mitológico de la mujer en esa cultura. Incluso hay quienes argumentan que podría ser para protegerlas del ataque de los tigres, que siempre saltan al cuello.


No hace falta ser médico para darse cuenta de que llevar estos collares desde los 5 años las destroza anatómicamente y, cuando se lo quitan, no tienen fuerza en el cuello y además presentan decoloración y moratones. Tal es el resultado que a veces el adulterio se castiga quitándoles los anillos del cuello. De este modo, además de la pérdida de estatus social, la adúltera sufre una tortura al parecer peor que la muerte, ya que sus vértebras deformadas y la musculatura debilitada apenas pueden sujetar la cabeza.
Otro aspecto que me llamó la atención es que les cuesta muchísimo hablar porque obviamente apenas pueden abrir la mandíbula... Y yo me pregunto: ¿cómo harán para comer? Pero está claro que es su cultura y su decisión de continuarla.


A lo largo de la historia ha habido algún intento de ruptura. Por ejemplo, hace algunos años, un grupo de estas mujeres se rebeló y se quitó los anillos, pero las generaciones más mayores –y curiosamente también las más jóvenes- decidieron seguir con esta tradición, ya que es una marca clave de su cultura.


De todas formas, resulta evidente que a esta situación no se llega por azar. Sabemos que Myanmar (Birmania) vive bajo una dictadura militar y muchos birmanos huyen en busca de una vida mejor a Tailandia. La mayoría de estas tribus continúan en Birmania, pero al parecer algunas buscaron asilo en Tailandia y actualmente viven del turismo. Tal es el caso de este poblado, donde las mujeres jirafa son explotadas por operadores de viajes que se quedan casi todo el dinero de lo que venden. Ellas se limitan a vender el género y dejarse hacer fotos con los turistas con una sonrisa en la boca. Es bastante denigrante, pero no tienen manera de salir porque muchas de ellas no tienen papeles tailandeses, así que, mientras nadie el gobierno no las ampare, están obligadas a obedecer y sonreír.

 

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